Juan le canta y Adela hace de cuenta que no escucha. Él le cuenta historias de cuando trabajaba en la construcción y ella trata de ahuyentarlo con el recuerdo de su marido, un mexicano muy buen mozo, que dejó a su novia para casarse con ella. Él, en cambio, le recuerda que es soltero. "Nunca me casé porque no tuve suerte, cosas del destino...", dice esperando la reacción de su compañera del hogar San Alberto.
Las historias de amor rejuvenecen a la pequeña comunidad del hogar de Tafí Viejo. Juan Orillo tiene 82 años y, como él dice, es soltero "por ahora". En cambio Adela Fara tiene 93, aunque no los aparenta. "El amor viene por la amistad. Da mucha alegría verlos juntos todo el tiempo. Ven películas, escuchan música y sobre todo les gusta compartir las actividades del taller artístico", explica Lita Daneri de Bustamente, encargada del departamento de asistencia social. Irma Moyano declara 60 años aunque "se queda un poco corta", se le escucha decir a un compañero. "Me gusta la amistad cuando es sincera pero nada más", aclara la santafesina, viuda y madre de cuatro hijos (tres de ellos fallecidos). A Ramón Ruiz, de 77 años, no le importa que le pongan freno, él sabe que con sus chistes la conquista cada día un poco más. Tantas veces ha repetido los mismos que sus compañeros lo ayudan cuando se los olvida.
- ¿Y no se le terminan los chistes?
- "Sí, pero ella también se los olvida, así que se los vuelvo a contar como si fuera la primera vez".